Glamour en el Zócalo Capitalino.

16 modelos internacionales desfilaron por la pasarela.
Exhibieron la moda para la primavera del 2013.
Escena inédita para un espacio despojado de solemnidad.

Por instantes, el glamour se posó a centímetros del suelo: el deslumbrante mundo de refinamiento y oropel, del que sólo saben los iniciados y que a veces llega al ciudadano promedio a través de los medios, rozó la superficie por la que éste transita a diario en el corazón mismo de su idiosincrasia, el Zócalo capitalino. Y le sorprendió.

Las finísimas telas de alucinantes combinaciones de color y formas, cubrieron las 16 esbeltas figuras humanas estilizadas de dieta y gimnasio y sus pasos, ensayados mil veces, se desplazaron lentos o acelerados a lo largo de los casi 30 metros del estrecho pasillo alfombrado que los conocedores llaman pasarela.

A veces con pausa, otras con giros, los modelos internacionales –esos casi maniquíes animados, de féminas y masculinos-, buscaron ofrecer el mejor ángulo con sus atuendos para que los también denominados artistas de la lente, los captaran en imágenes móviles o fijas, mientras les disparaban racimos centelleantes de flashes y reflectores.

En los rostros finísimos como cincelados por el más grande de los escultores, no hubo nunca ni pestañeo o mueca: nada que descompusiera la perenne sonrisa seductora y apenas dibujada o la severidad de una mirada fija que parecía escrutadora y, por momentos, desafiante.

Vamos: ni siquiera el aire frío pre invernal fue capaz de provocar temblorcillo alguno en esos cuerpos que siempre exhibieron seguridad y aplomo, no obstante lo ligero de sus vestidos, faldas, pantalones, blusas, camisas, zapatillas,  cinturones, bolsos y accesorios para la aún lejana primavera del 2013.

La escena inédita para un espacio que sabe despojarse de solemnidad, fue apenas un atisbo a un mundo lejano y ajeno, que duró apenas 15 minutos, nada que ver con las más de 36 horas previas de preparativos, ensayos, pruebas de iluminación, audio y equipo de fotografía, video y cómputo, llenas todas de un estrés apenas justificado sólo por la búsqueda de la perfección.

La plataforma de lanzamiento de este desfile de modas no pudo ser mejor. Ubicado en uno de los cuatro sitios patrimoniales declarados por la UNESCO, en pleno Centro Histórico y los edificios coloniales fueron mudos testigos de la pasarela: La Catedral Metropolitana, el Palacio Nacional, el Antiguo Palacio del Ayuntamiento y los Portales del Zócalo vieron pasar una y otra vez a los modelos con sus diferentes atuendos.

 

 

 

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